¿Quién quedó tendido el 5 de septiembre de 1936 en los campos de batalla cordobeses?

Es lo que cabría preguntarse a la vista del reportaje «La Sombra Del Iceberg» realizado por Hugo Doménech y Raúl M. Riebenbauer; en el que, hay que decir, no se hace sino un análisis pormenorizado de una serie de cuestiones que se han ido creando, con el paso de los años, alrededor de una de las obras más emblemáticas de Robert Capa, «El Miliciano Muerto», que quedara como «la imagen» representativa de la Guerra Civil española.
La Sombra Del Iceberg

Las interrogantes que se plantean en el reportaje intentan arrojar luz acerca de la veracidad o no de la instantánea tomada por Capa en el campo de batalla; y, en concreto, si pudo tratarse de un simple montaje panfletario del bando republicano, con intenciones populistas; y con ello, el descrédito de un fotógrafo considerado como uno de los corresponsales gráficos de guerra y fotoperiodista más famoso del siglo XX.
Sin embargo, como suele ocurrir en estos casos, las preguntas se acaban diluyendo en otras tantas preguntas, sin poder llegar a una conclusión clara.
¿Realmente murió el miliciano, que aparece en la fotografía, el 5 de septiembre de 1936 en los campos de batalla cordobeses?
Del análisis forense que se hace sobre la figura humana que aparece en la toma; y, en concreto, sobre los posibles rasgos identificativos de alguien que ha sufrido un disparo, aparte de no apreciarse ningún signo evidente de impacto de bala, hay muchos otros que inducen a pensar que el cuerpo que está cayendo es el de una persona viva.
Así mismo, a esta controversia contribuye la existencia de otras tomas consecutivas que formarían parte de la misma secuencia fotográfica y que, prácticamente, tienen el mismo encuadre.
¿Fué Federico Borrell García «Taíno» el miliciano que murió el 5 de septiembre de 1936 en los campos de batalla cordobeses?
La identidad del miliciano protagonista de la foto, pasaría inadvertida, como en miles de tomas que formen parte de las que pueden realizarse en cualquier acontecimiento bélico. Si bien, en este caso, la polémica suscitada acerca de la veracidad de la fotografía, hace que cobre especial relevancia, y se le tratara de poner nombre y apellidos al protagonista de la instantánea. De distintas líneas de investigación seguidas, se llega a decir que el miliciano que muere en fotografía de Capa es el alicantino Federico Borrell García «Taíno». Sin embargo, como se puede llegar a concluir del análisis forense que aparece en el reportaje, los rasgos físicos y morfológicos de «Taíno» no se corresponden con los del miliciano de la foto. Por lo que, algo que pretendía arrojar luz sobre la realidad de la foto, no deja de ser, sino un «sombra» más que se añade al enigma.
¿Acaso se quería que fuese el propio Robert Capa quien muriera el 5 de septiembre de 1936 en los campos de batalla cordobeses?
Y como todo lo que rodea a este tema, a la pregunta planteada, le surgen unas nuevas: ¿y si todo radica en la finalidad (intención) de la foto? ¿Y si no fuera una campaña de descrédito hacia Capa y sólo se tratara de una maniobra orquestada para revalorizar un producto por parte de quien tuviera el control absoluto sobre los derechos de la obra de Robert Capa?
En el primer caso planteado, se estaría hablando que Robert Capa, simpatizante de la causa republicana, hubiese realizado las tomas de común acuerdo con el bando republicano a fin de mostrar un producto como recurso panfletario populista. El matiz sería: ¿En qué contexto fueron realizadas las fotos? ¿Y si realmente lo que se pretendía era realizar ese «producto publicitario»? ¿Podía Robert Capa, como reputado fotoperiodista, «caer» en realizar un montaje teatralizado?
Si esto hubiera sido de esta manera, lo único reprochable a Capa sería no haberlo confirmado, en un sentido o en otro, en ningún momento (No hay que olvidar como fue la aparición del personaje de «Robert Capa», aunque, en este caso, si llegara a saberse, con posterioridad, la verdad.)
En el segundo caso planteado, hay que echar mano del entorno más cercano de Robert Capa, como eran: Richard Whelan y Cornell Capa, biógrafo y hermano de Capa, respectivamente.
Tal como han ido desarrollándose los acontecimientos alrededor de la foto de «El Miliciano Muerto», pudiera parecer que se tratara de una campaña de acoso y derribo hacia la figura de Capa; pero, ¿y si solo fuera una maniobra para crear polémica, con el fin de revalorizar «todo» lo que rodea a Capa, y con esto un claro interés económico; pero que se hubiera ido de las manos?
Del visionado del reportaje se deduce que, gran parte de las cuestiones podían haber tenido respuesta por Richard Whelan y Cornell Capa (a día de hoy, ambos, ya fallecidos); por contra; todo lo relativo a este tema suponía un hermetismo total por parte de quien gestionaba los derechos sobre la imagen de Capa. Esto unido a que no hayan podido localizarse los negativos de la secuencia, enturbian, aún más, si cabe, las intenciones del entorno del fotoperiodista.
Como conclusión, y tal como comencé este post, lo terminaré como solo puede hacerse al reflexionar sobre este tema, con una serie de preguntas: ¿Puede este hecho llegar a «matar» la imagen profesional de Robert Capa?.
Si las fotos hubieran sido realizadas, en el contexto de un montaje teatralizado, ¿le permitiría la ética fotoperiodística haber formado parte del mismo a Robert Capa?.
Y de haber sido así, ¿tenía que haberlo confesado, posteriormente, o debía formar parte de un secreto inconfesable, de lo que eran conocedores Richard Whelan y Cornell Capa, y debían mantener a buen recaudo?
En mi opinión, una fotografía, como cualquier obra artística, no la valoramos solo por cómo se hace, sino por el mensaje que puede llegar a transmitirnos, técnica y/o emocionalmente.
En cualquier caso, la obra de Robert Capa está ahí; además, como ocurre en otros casos, los grandes mitos se retroalimentan de la incertidumbre y el desconocimiento.
Por último, personalmente pienso, sobre cómo fue tomada la fotografía de «El Miliciano Muerto», que Robert Capa …